Los pacientes que sufren trastorno afectivo estacional (SAD por sus siglas en inglés) y muestran síntomas de depresión cada invierno están de enhorabuena. La empresa finlandesa Valkee Ltd. ha creado unos auriculares que, en lugar de emitir sonidos, envían una luz brillante directamente al cerebro a través del canal auditivo. De este modo, aseguran desde la compañía, es posible "prevenir y curar la depresión, los cambios de humor y los trastornos de ritmo circadianos como el jetlag".
En los primeros ensayos clínicos del invento, que ha sido desarrollado con la participación de neurólogos y fisiólogos de la Universidad de Oulu (Finlandia), el auricular Valkee redujo o eliminó por completo los síntomas del SAD en el 90% de los pacientes tras usarlo 4 semanas, con una dosis diaria de 8-12 minutos. También se usó para tratar la ansiedad, reduciendo los síntomas hasta un 60%. "Valkee aumenta la cantidad de luz que recibe el cerebro hasta niveles naturales cuando la luz exterior no es suficiente; es un modo seguro y natural de recargarte", aclaran los investigadores.
No es el primer gadget que se crea para combatir la depresión con luz. Un equipo de ingenieros de Dinamarca ha creado recientemente las “gafas de sol” SEQUINETIC, que proporcionan luz equivalente a la luz natural diurna.
Cerebro depresivo, cerebro hiperactivo.
Investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) han demostrado que las personas con depresión tienen mayor número de conexiones en todo el cerebro. De hecho, la principal diferencia de un cerebro depresivo es que está hiperconectado, según revelan los autores en la revista PLoS One. El hallazgo explicaría por qué la depresión clínica suele cursar con ansiedad, falta de atención y concentración, problemas de memoria y trastornos del sueño.
Según concluye Andrew Leuchter, investigador del Instituto de Neurociencia y Comportamiento Humano de UCLA y coautor de un estudio que implicó a 121 adultos con depresión severa, “el cerebro sano debe ser capaz de sincronizar, primero, y desincronizar, después, distintas áreas para reaccionar ante lo que nos sucede, regular el ánimo, aprender y resolver problemas”. El problema del cerebro depresivo, añade Leuchter, es que conserva su habilidad para formar conexiones pero es incapaz de “apagarlas”.
En los pacientes, el área del cerebro qeue mostraba más conexiones anormales era la corteza prefrontal, implica en regular el estado de ánimo, tomar decisiones y resolver situaciones problemáticas. “Cuando el cerebro pierde su capacidad de controlar sus propias conexiones, es incapaz de adaptarse a los cambios”, resume Leuchter.
Trasnochar aumenta las posibilidades de padecer depresión, sobre todo en adolescentes.
Científicos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, han demostrado que los adolescentes que se van a la cama después de las doce de la nocheson un 24% más propensos a sufrir depresión que los que se acuestan antes de las diez. La investigación, realizada con datos de 15.500 jóvenes de 12 a 18 años, revela también que cuando el número de horas de sueño se reduce a cinco o menos, el riesgo de depresión se eleva hasta un 71%. Además, los pensamientos suicidas aumentan hasta un 20% entre los que se acuestan tarde.
Según concluye en la revista Sleep el doctor James Gangwisch, responsable del estudio, todo apunta a que la falta de sueño podría afectar las respuestas emocionales del cerebro, lo que a su vez afectaría a la habilidad para hacer frente al estrés cotidiano. “Una adecuada calidad del sueño podría ser una medida preventiva y un tratamiento contra la depresión”, asegura Gangwisch.
La Academia de la Medicina del Sueño estadounidense recomienda que los adolescentes duerman aproximadamente nueve horas diarias.
Elena Sanz
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