Ted Bundy, un tipo inteligente,
encantador y bien parecido, murió joven. Eso sí, antes de que lo frieran en la
silla eléctrica de la prisión de Raiford tuvo tiempo de asesinar a más de 35
mujeres después de golpear y violar a gran parte de ellas.
Además de por su inteligencia y locuacidad, a los psicópatas como él se
les identifica por ser mentirosos e impulsivos. Incapaz de apreciar las
consecuencias de sus actos, el psicópata no es capaz de mostrar empatía ni
sentimientos de culpa, y es extremadamente agresivo. Estos rasgos son los que
le permiten acercarse a sus víctimas sin levantar sospechas para después
cometer con ellas los crímenes más atroces.
Pero, ¿cuál es el
origen de la psicopatía?
Los factores biológicos se entrelazan
con la influencia del ambiente. El psicópata tiene un cerebro anómalo. Diversos
estudios realizados por la Universidad de Pennsylvannia han mostrado que los
cerebros de los psicópatas tienen el área prefrontal menos voluminosa. También
parece que se activan menos otras zonas cerebrales relacionadas
con el procesamiento de las emociones. Es el caso de las
amígdalas. Éstas son unas pequeñas estructuras en forma de almendra, situadas
en el interior de nuestro cerebro, que procesan el miedo y la percepción de la
amenaza. Todas estas alteraciones cerebrales se relacionan con los impulsos
descontrolados, un mal aprendizaje de la experiencia y la elevada agresividad
de los psicópatas.
Los niveles de testosterona también están
elevados en el psicópata. La testosterona es la hormona sexual principal
masculina que se ha relacionado consistentemente con una mayor frecuencia de
comportamientos agresivos.
Pero la biología no lo explica todo. El entorno en el que nos criamos también
tiene su importancia en la génesis del psicópata. Cuando los padres no muestran
empatía hacia sus hijos, ellos tampoco aprenden a expresarla ni a sentirla.
¿Ellos o ellas?
Las investigaciones coinciden en que
el diagnóstico es más frecuente en ‘ellos'. También son ‘ellos' los que, según
los expertos, son más proclives a la competición y las conductas agresivas.
Pero ¿es que las mujeres nunca son agresivas? Por supuesto que sí. Lo que
sucede es que hombres y mujeres parecemos usar tácticas
diferentes. Mientras los hombres utilizan la agresión directa, las
mujeres tienden a preferir estrategias como el engaño o los rumores dañinos,
para hacerlo indirectamente.
Aunque nos guste poco admitirlo, parece que todos contamos con un equipamiento
biológico preparado para responder de forma agresiva. ¿Qué explica que no
utilicemos la violencia para resolver los conflictos? La respuesta está en el
área prefrontal del cerebro, que actúa como un mecanismo modulador de la agresividad. Estimular
adecuadamente nuestra corteza prefrontal puede ayudarnos a entender
otros puntos de vista e inhibir nuestros impulsos para comportarnos
adecuadamente en sociedad.
Por: Marisa Fernández, Neuropsicóloga
Senior, Unobrain
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