viernes, 16 de diciembre de 2011

Porqué debo dar tanto para recibir tan poco?


Algunas personas que creen dar más en las relaciones no se preocupan por el desequilibrio. Siendo la fuerte propensión a dar un rasgo máximo de su carácter, dan porque les resulta natural hacerlo, y no porque esperan que se les pague con la misma moneda. A otros, en cambio, les molestaban los desequilibrios que perciben. Aun cuando por naturaleza sean propensos a dar, no les gusta ser los que más dan en una relación. Consideran que las personas vinculadas con ellos deben dar en igual medida, y si eso no ocurre reaccionan con ira y resentimiento, sintiéndose engañados y explotados. 


Otros responden al desequilibrio que advierten, decidiendo adoptar una actitud de retracción. Por ejemplo, una persona que siente que uno de sus amigos no ha dado bastante en la relación, puede decir: "No lo llamaré. Esperaré hasta que él me llame a mí. Es hora que una vez toma la iniciativa". A veces esta estrategia da resultado, pero en la mayoría de los casos fracasa. Ello se debe a que las personas que se preguntan ¿"Por qué debo dar tanto para recibir tan poco?" suelen ser casi siempre no solo dadores sino también iniciadores, en tanto aquellos con los que se relacionan casi nunca lo son. Así pues, desde el comienzo mismo de la relación se establece un esquema según el cual es el iniciador quien hace el contacto (llamado al otro, o cruzarse la habitación para acercarse a él), da el primer beso o abrazo, toma la iniciativa para hacer el amor, es el primero en proponer planes (como ir al cine o jugar al tenis) y el primero en preguntar "¿Cómo estás?". Cuando el iniciador resuelve romper este esquema y esperar a que la otra persona inicie las cosas, lo más común es que nada se inicie. Por diversas razones, la otra persona simplemente no tiene la misma necesidad o urgencia de "hacerse cargo y echar a rodar la pelota". De modo que el tanteador-iniciador acaba experimentando el sufrimiento de ver sus propias y fuertes necesidades insatisfechas, mientras aguarda que la otra persona haga su movida. Y su resentimiento crece sin cesar. 

   




Si bien sus estilos pueden diferir, hay algo que los tanteadores tienen en común: la memoria selectiva. Por lo general no les cuesta nada recordar todo lo que han hecho los demás, y las cosas horribles que los demás les han hecho. Pero cuando se trata de recordar las gentilezas, la ayuda y el afecto que han recibido, la memoria suele fallarles. Así, cuando alguien responde al ataque diciendo: "No es cierto que yo no he hecho nada por ti. ¿Qué me dices de aquella vez que hice tal y tal cosa?", en un primer momento se muestra confundido pero en seguida trata de negar que pueda haber algo de cierto en lo que dice el otro. 
Del mismo modo, la mayoría de los tanteadores no cree que el principio de prescripción deba aplicarse a las relaciones personales, o  por lo menos a las horribles iniquidades que han sufrido ellos en esas relaciones. No importa cuanto tiempo haya pasado desde que lo lastimaron o lo trataron mal; él no puede permitir que el hecho sea olvidado o por lo menos perdonado. Lo mantiene en sus registros mentales para usarlo en su debido momento contra la persona que lo lastimó o que provocó su ira. Aun años después de ocurrido, no vacila en volver a sacarlo a la luz y arrojárselo al otro a la cara. 

Casi siempre padecen también otros bloqueos. Muchos, por ejemplo, sufren el bloqueo  "No quiero que tener que pedir lo que necesito" o "¿Por qué no puedes adivinar mi pensamiento?". Convencidos de que los demás deben simplemente saber lo que "ellos" necesitan o desean, nunca dicen directamente que sienten que hay un desequilibrio en la relación y que eso los hace desdichados. Además si dijera sin vueltas: "Siento que doy más de lo que recibo y eso no me gusta", también correría el riesgo de enterarse de que su valoración de la relación no es del todo correcta; que aun cuando hizo anotaciones en su libro mayor mental, de alguna manera pasó por alto muchos de los actos positivos y generosos del otro. Por otra parte, si le dijera a un amigo que está insatisfecho con la relación, el amigo tendría la oportunidad de remediar la situación. Para muchos tanteadores ésta sería una perspectiva amenazadora, dado que el único papel que saben desempeñar en la vida es el del ofendido, el explotado, el subestimado. 

Otro bloqueo que presentan a menudo es:"Quiero amor, pero sólo si es de cierto modo". Dado que este bloqueo hace que la persona afectada desestime o rechace gran parte del amor que los demás tratan de darle porque no se lo han dado "de manera apropiada" o "de la manera en que yo lo quería", inevitablemente quedan eliminadas muchas pruebas que podrían refutar o poner en duda la queja sobre lo poco que le dan los demás. 

Pero el bloqueo subyacente que siempre se encuentra es "En mi horóscopo no hay amor". Quienes padecen este bloqueo ven al mundo como un sitio hostil porque en la infancia recibieron tan poco amor, afecto, consuelo, que crecieron literalmente hambrientos de todo eso. 
Aunque no todas estas personas se convierten en tanteadores, todos aprendieron temprano en la vida, a ver el mundo como un sitio hostil. 

Hambrientos de amor en sus primeros años, andan por la vida buscando a alguien que les brinde el sustento emocional que no recibieron en la infancia. 
Traen a sus relaciones adultas al niño hambriento y desvalido que llevan sepultado en su interior, y juzgan sus relaciones actuales con la sensibilidad de ese niño. El niño interior hambriento piensa que el mundo le debe el amor y el afecto de los que fue privado y siente que ha esperado más que bastante para que se le pague lo que le adeuda. Como ocurre con cualquier deuda vencida hace tiempo, no sólo espera que se le devuelva el capital original, sino también los intereses y las multas acumulados. Cuanto más tiene que esperar el niño, el niño interior, para que le paguen lo que él piensa que le deben, tanto más aumenta la deuda total. Y en la misma medida en que aumenta la cantidad "que se le debe", también aumenta su rabia y su impaciencia por tener que esperar tanto. De ahí que típicamente el bloqueo de los tanteadores también esté acompañado por "La ira siempre estorba el paso", otro tipo de bloqueo, y por una forma de bloqueo "Para mi es muy tarde; mi plazo ya venció". 




 

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